2003: LA NUEVA CASA DE LA UD ABRE SUS PUERTAS
TRES TESTIMONIOS: MARÍA EUGENIA MÁRQUEZ

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Tres Testimonios:
María Eugenia Márquez

María Eugenia Márquez, presidenta del Cabildo de Gran Canaria de 1999 a 2003, tuteló el tramo final de las obras del Gran Canaria y vivió el momento de la apertura de sus puertas. Consciente de la envergadura de la misión que recayó en sus manos, admite que se tomó con especial énfasis culminar la misión desde “la normalidad y eficiencia” que siempre privilegió en su mandato al frente de la corporación insular.

“Desde 2001 ya había tomado la decisión de que no iba a continuar en política y, por mi parte, puse todo mi empeño, fuerza y dedicación para poder inaugurar el estadio antes de la finalización de la legislatura. Quería culminar una obra que llevaba muchos años pendientes. Abordamos el estadio de una manera definitiva, pues había discrepancias en torno a si el estadio debía o no tener pistas de atletismo, con opiniones en contra y a favor, Yo me adapté a lo que la mayoría opinó y quiso realizar. El Cabildo de Gran Canaria, en el momento en el que yo lo presidí, tenía una Hacienda saneada y, como al inicio de la legislatura decidimos, de manera firme, finalizar las obras, a todos nos hizo mucha ilusión ejecutar el proyecto. Las posibilidades económicas eran muy buenas en este sentido”, explica.

“Estuvieron paradas las obras pero, en ningún momento, peligró el proyecto y su viabilidad. De hecho, se retomaron y nos ajustamos al calendario previsto, Sí o sí hay que inaugurarlo. Así se lo dije a todos. Fui a ver las obras varias veces con Gonzalo Angulo”, apunta al hacer referencia a inconvenientes que encontró por el camino y que solventó en tiempo y forma de manera satisfactoria.

Incluso se permite un apunte íntimo y que la lleva a su niñez cuando retrocede a aquellos años de intensa actividad: “Todo fue muy ilusionante. Y yo siempre fui muy aficionada al fútbol. Recuerdo que mi madre me llevaba al campo de tierra de La Aldea para ver los partidos entre Los de Arriba y Los de Abajo. El Insular se había quedado obsoleto y pequeño, en medio de la ciudad, y a mí también me ilusionó la idea de convertirlo en un espacio público con jardinería y arboleda, aunque no con la concepción que se hizo finalmente. Recuerdo el día de la inauguración. Fue algo efervescente ver miles y miles de personas allí presentes. Se me ponen los pelos de punta al retroceder a aquel día. Fue culminar una ilusión. Se hizo lo mejor que se pensó en ese momento, primó el mejor propósito. Ya luego se vio que se podían introducir mejoras y equipamientos y, de hecho, así se ha ido perfeccionando con el paso de los años y conforme a las necesidades del equipo y de la sociedad”.

“La satisfacción personal mía puede venir en haber cumplido con lo que prometí públicamente. Gonzalo Angulo fue de enorme ayuda y colaboración. Pero, en mi agenda presidencial, el estadio era un tema de primer orden. Angulo era un hombre muy puesto en el tema, llevaba varios años en este proyecto, con el convencimiento pleno de que era necesario. Cuando he vuelto al estadio es inevitable acordarme de todo lo que viví en aquellos años. Fue una etapa que nos marcó a todos los que la sentimos en primera línea”, confiesa.