LA METAMORFOSIS
LUCAS BRAVO DE LAGUNA

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La Metamorfosis
Lucas Bravo de Laguna

Bajo el mandato de Lucas Bravo de Laguna en la Consejería de Deportes (2011-2015) se hacen visibles en el estadio grandes transformaciones que lo hacen reconocible hoy en día. Así es su relato de los hechos desde el inicio de su periodo de influencia y hasta el punto culminante.

“Me encuentro un estadio que era una obra inmensa. Yo lo que intenté, en una época de coyuntura económica muy desfavorable y con el reto de arrancar las obras del Gran Canaria Arena, fue darle más vida al estadio. Había muchos espacios vacíos e inacabados. Además, siempre fui del punto de vista de que fue erróneo tratar de integrar dentro de la misma instalación fútbol y atletismo. Hubiese sido mucho mejor tanto para el fútbol como para el atletismo habilitar espacios diferenciados”, confiesa.

Bravo de Laguna asumió retos pendientes de anteriores legislaturas y se adentró, además, en la supresión de las pistas de atletismo, materia largamente demandada por la UD: “Trasladamos las oficinas del Instituto Insular de Deportes, antes siempre en el Centro Insular de Deportes, al edificio de la Grada Naciente, hasta entonces vacío. Se concluyó un proyecto ya iniciado por Óscar Hernández y se dotó presupuestariamente con unas cantidades bastante asumibles. El estadio pasaba, de esta manera, a ser el centro neurálgico del deporte en Gran Canaria”.

“Lo que fue más importante, aunque nos pilló ya al final del mandato, fue el proyecto de la supresión de las pistas de atletismo. Lo empezamos de cero. A mí la UD me traslada su deseo y unos bocetos de cómo querían que quedara el estadio. Consideraba que era un planteamiento adecuado para corregir un proyecto inicial que no había funcionado. Decidí ejecutarlo y tirar para adelante pese a que teníamos el Gran Canaria Arena como compromiso irrenunciable, con el Mundial de baloncesto aquí. En su día este proyecto, el de la supresión de las pistas de atletismo, fue polémico y, de hecho, no fue apoyado por todos los grupos políticos. Me hubiese gustado que este proyecto hubiese sido más completo, pero, con todas las limitaciones de aquel tiempo, creo que fue muy digno y muy económico. Hablamos de algo más de 2 millones de euros y que luego se complementó con las butacas con los colores corporativos”.

En su propósito estuvo no dejar de atender ningún frente, ya, incluso, con el Arena en marcha: “Intenté que la instalación fuera menos fría, que transmitiera, que tuviera más vida. Las oficinas allí instaladas, el acercamiento de las gradas... Y fue curioso, lo admito, que al tiempo, se pudiese concluir una obra como el Arena mientras que en el estadio seguía acometiéndose reformas pendientes”.

Y, cuando todo parecía bajo control, más piedras en el camino: “El césped fue un problema también que quisimos solucionar y nos quitó tiempo. El parquin del estadio no estaba legalizado por parte del ayuntamiento, otro trámite a solucionar. Saltaba la palanca cada dos por tres... Los problemas abundaban...”.

“De las primeras reuniones que tuve con la UD ya se me planteó lo del acercamiento de las gradas, algo que arrancó ya en 2014 y se culminó bajo el mandato de Ángel Víctor Torres, pese a que su partido político se opuso, inicialmente, a este proyecto. Existía la polémica de que por qué se metía más dinero en el estadio. ¿Y qué alternativa había? ¿Volarlo por los aires? ¿Descuidarlo? Heredamos una instalación gigantesca y era una responsabilidad tratar de sacarle el mayor partido posible para bien tanto del club como del interés general de todos los aficionados de Gran Canaria”. Ahí queda su legado.