PRÓLOGO
Con el Estadio de Gran Canaria, nuestra ciudad abrazó definitivamente el siglo XXI. Con el indeleble y dorado recuerdo del Estadio Insular en la memoria colectiva de varias generaciones, Las Palmas de Gran Canaria volvió a sentir la pasión del fútbol de élite con el nuevo templo deportivo que se erige desde hace 20 años en el barrio de Siete Palmas.
Un recinto que ampliaba sus posibilidades no solo para acoger el fervor amarillo de cada semana liguera, sino también para celebrar los más llamativos eventos deportivos masivos, así como los conciertos musicales de mayor resonancia del panorama nacional e internacional, con grupos y estrellas de la vitola de Sting, Shakira, Bruce Springsteen, Maná o La Oreja de Van Gogh.
A través de sus muros se han retroalimentado los sentimientos y la ilusión de miles de aficionados, con hitos deportivos más que importantes como el último ascenso a Primera División de la Unión Deportiva en 2015, una página especial en la historia del club que volvió a poner en el panorama nacional el inconfundible estilo del fútbol canario así como la nueva camada de jugadores forjada en las Islas.
Fue todo un placer y un orgullo iniciar mi primer mandato en el Ayuntamiento con el equipo coqueteando con los puestos europeos en una liga en la que competían dos transatlánticos como el Fútbol Club Barcelona de Lionel Messi y el Real Madrid de Cristiano Ronaldo, posiblemente el duelo más extraordinario que se ha podido vivir en una competición doméstica. Y aquí lo pudimos disfrutar.
Sin embargo, la relevancia del Estadio de Gran Canaria va más allá incluso de ese balompié de élite que se destilaba en el interior de su recinto. De hecho, en sus alrededores se experimentó una de las expansiones económicas y urbanas más significativas de las últimas décadas. Sin duda, un edificio icónico que ha transformado, de manera considerable, la fisonomía de la zona alta de la ciudad.
Además, junto a este coloso han crecido otros inmuebles deportivos como el Anexo Gran Canaria, recinto de la cantera amarilla, así como el campo de hockey hierba, adscrito a la máxima categoría a través de la sección masculina y femenina de la Unión Deportiva Taburiente, y el Gran Canaria Arena, santuario del CB Gran Canaria y sede del pasado Mundobasket 2014.
En definitiva, un sinfín de eventos masivos, episodios y páginas deportivas jalonan su más que espléndida historia. La formalización de su candidatura como posible sede del Mundial de 2030 -dentro de la opción presentada por España, Portugal y Ucrania- supondría, sin duda, el siguiente y mayor hito para la isla y su tejido deportivo.
Esa es la hoja de ruta. El nuevo libro donde se escriben los nuevos renglones del deporte grancanario. El apasionante itinerario sobre el que se consolida el mejor heredero que podía tener el Estadio Insular.